Texto: Gilda Muñoz.
Fotos: Florencia González Aragón.
Es conocida la destacada participación que las y los alumnos del Colegio Nacional de Buenos Aires tienen en las olimpiadas académicas. Es habitual, también, asociar estas competencias a las disciplinas duras como la Física, la Matemática o la Astronomía. Y desde luego, mantener la confianza de que el CNBA estará representado en el podio de los ganadores u obtendrá, al menos, una mención de honor. Sin embargo, las olimpíadas exceden, nominal y conceptualmente, aquello por lo que están más difundidas, que son las medallas ganadas cada año. Estudiantes que se animaron a la aventura de participar en ellas comparten la idea de que estos “torneos” de conocimiento son, ante todo, una experiencia feliz dentro de su etapa de secundario. Descubren una forma distinta de acercarse al conocimiento, donde la motivación y el placer juegan un rol central. Un desafío que no tienen que encarar solos porque forman equipo junto a pares y entrenadores. Y cuando llegan a la instancia de evaluación, elogian que el criterio de calificación no tenga nada que ver con un examen tradicional. En definitiva, tan satisfactoria les resulta la experiencia, que aseguran siempre se quedan con ganas de anotarse al año siguiente y les gustaría que mucho del espíritu olímpico se aplique para las materias del Colegio.
Descubriendo las olimpiadas
Cuatro estudiantes del Colegio se suman a la propuesta de encontrarse para compartir e intercambiar sus respectivas experiencias olímpicas, a las que llegaron a edades y por motivos muy distintos.
Marcelo Yamil (6to Biológicas) debutó en olimpiadas de Biología recién en 5to año. Antes de eso, sólo conocía la existencia de las olimpiadas de Matemáticas pero esa disciplina lo intimidaba un poco. Con Biología llegó a participar en la instancia nacional en Río Cuarto y luego se anotó en la olimpiada de Química. También sumó otra certeza: “ya que el año que viene quiero estudiar la carrera de Ciencias Biológicas”, asegura. A Marcos (2do año) le gusta la Geografía desde los 4 años y fue uno de los motivos por los que eligió estudiar en el CNBA: “sabia de sus olimpiadas y que iba a ser una buena oportunidad”, cuenta. En 1er año, ya estaba anotado en la competencia y viajó a Santa Fe para la instancia nacional. Este año, repitió con éxito la experiencia. Lourdes (5to año) descubrió su gusto por la Filosofía cursando 4to año, cuando tuvo esa materia por primera vez, y este año se anotó en el taller olímpico al que define como una “grata sorpresa”. Constantine (5to. año) conoció la experiencia de olimpiadas de Matemáticas en la primaria, así que apenas empezó el secundario se anotó y le encantó lo que vivió: “sobre todo cuando al final hay un viaje en el que te hacés amigos, la pasas re bien y esa semana no vas al cole”, dice. En lo que va de su secundario participó en olimpiadas de Física, Matemática, Geografía, Astronomía y Biología. Tuvo su recompensa cuando viajó a Córdoba y a Panamá. Este año le hubiera tocado conocer las playas de Costa Rica, pero se lamenta porque la Olimpíada Iberoamericana de Física se realizó virtual.
Lourdes asiste a su taller olímpico de Filosofía martes y jueves. “En mi disciplina no hay una sola olimpiada, estamos anotados en la de la Universidad Nacional de Tucumán y en la UBA”, cuenta. “A lo largo del año vamos discutiendo, viendo qué temas nos interesa a cada uno para escribir nuestro ensayo. Pero más allá de eso, formamos una comunidad de gente interesada en la Filosofía, en lo intelectual, y van surgiendo nuevos proyectos. Termina siendo un taller de escritura donde nos dimos cuenta de que hay muchos ensayos en los que hablamos, básicamente, de lo mismo y eso hace que nos podamos retroalimentar entre nosotros, incluso hasta escribir algo en conjunto”.
“El caso de las olimpiadas de biología, es un poco particular -explica Marcelo- porque se hacen en equipo. De hecho, el lema es “competir compartiendo”. El equipo que conformó tuvo tres representantes del Colegio y estuvo durante tres días seguidos compitiendo en Córdoba en donde ganaron la medalla de oro a nivel nacional el año pasado. “Me gusta que sea en equipo. Ahora que estoy en Química y es individual, extraño el hecho de que nos apoyáramos el uno al otro al momento de los exámenes. Al menos en mi caso, esa instancia me estresaba pero una de mis compañeras mantenía la calma por el resto y eso nos ayudó un montón”, recuerda. “Si bien la olimpiada de Biología es la única que participas en equipo –interviene Constantine- todas lo son. Te haces muchos amigos, conocidos y en determinadas instancias sabés que te vas a encontrar con la misma gente, te vas preparando con ellos, gastas tardes y noches estudiando y haciendo ejercicios, preguntando cuando algo no te sale, cómo lo resolvió el otro. Entonces, sí es en grupo por más que no rindas grupal. “¡En Santa Fe me puse contento porque me ganó mi compañero de cuarto! – enfatiza Marcos-. Un chico de Santiago del Estero, que además se llama Santiago, y con el que compartí dos días muy especiales, 29 y 30 de noviembre, cuando el resto de la Argentina solo pensaba en el mundial. La gala de premiación empezaba a las 15hs y a las 16hs jugábamos contra Polonia siendo que todavía no habíamos clasificado. Estaba nerviosísimo, por todo. Y cuando le entregan la medalla de Bronce a un chico de Entre Ríos que yo había notado que le había ido muy bien, pensé: ´listo, gané la de Oro porque él era mi principal competidor´, pero automáticamente después me llaman para la de Plata y ahí me quedo regulando… quién había rendido tan bien. Resultó ser, gran sorpresa, mi compañero de habitación.
Marcelo dialogando con Lourdes sobre sus experiencias olímpicas.
El Club Olímpico
A fines del 2022, la tradición olímpica del CNBA tuvo un renovado impulso. Por iniciativa del equipo de gestión del CNBA se creó un programa que potenciara y articulara los distintos talleres de olimpíadas. Así nació el Club Olímpico.
“Nuestro primer objetivo fue tener un diagnóstico de situación a través de un relevamiento en todos los Departamentos académicos. A partir de esos datos, hicimos un registro único de estudiantes olímpicos, conocimos la composición estudiantil que asiste a las olimpiadas, optimizamos la comunicación entre los talleres y áreas administrativas del CNBA, elaboramos un calendario con las principales fechas, difusión de novedades, convocatorias de inscripción generales, e intentamos facilitar la sinergia entre los diferentes departamentos”, cuenta Manuel Sánchez, que coordina el Club dentro de la Secretaria de Planeamiento Educativo. Gran parte de este trabajo puede verse en la página del Colegio, cuya sección del Club Olímpico muestra de forma unificada los talleres y contactos para inscribirse en cada uno de ellos.
Del relevamiento realizado, Manuel explica que surgen datos interesantes. Por ejemplo, que “son siete los Departamentos del Colegio activos en olimpíadas: Astronomía, Geografía, Psicología y Filosofía, Física, Química, Matemática y Biología. Participan en ellas 209 estudiantes, que representan el 9% del estudiantado total. El 86% de las y los “olímpicos” está en un taller a la vez, mientras que el 14% restante participa en dos o más simultáneamente". En cuanto a la incidencia por turnos, resulta equitativa: “en olimpiadas se anotan por igual estudiantes del turno mañana, tarde y vespertino”, agrega. Otro dato relevante es que la participación aumenta a lo largo de los años de cursada, es decir, el porcentaje de estudiantes olímpicos es mayor en 4to, 5to y sexto año que de primero a tercero. No obstante, una vez que viven la experiencia, la mayoría expresa que le hubiera gustado comenzar antes. “Por eso, entre otros motivos, el Club Olímpico se propone ayudar a que los estudiantes conozcan estas competencias y se animen a anotarse en los primeros del ciclo secundario”, asegura Manuel.
Aprender por deporte
Mariano luciendo orgulloso su medalla de bronce obtenida en la XV Olimpiada Latinoamericana de Astronomía y Astronaútica.
Las olimpiadas académicas trasladan lo mejor del espíritu competitivo al campo del saber. Una carrera compartida de auto-superación donde todos ganan porque el objetivo es transitar el proceso y tener una meta. También, coinciden sus protagonistas, una oportunidad que todos deberían darse porque no hay que ser “naturalmente bueno” en una rama del conocimiento sino tener ganas de aprender. Constantine es el primero en resaltarlo: “Las olimpiadas tienen una filosofía bastante interesante y es que te evalúan por lo que sabés, no por lo que no sabés –dice -. En el Colegio es al revés. Si en una prueba no llegas a la respuesta correcta, te sacan todo el punto. Pero en olimpiada cualquier fórmula que pongas, cualquier razonamiento o cosa que aportes, por más tonta que sea, te ponen puntaje. Y si pones una barbaridad, algo que no tiene sentido, no te sacan puntos. Eso incentiva a que chamuyes como puedas, no está el miedo a equivocarte, y en cada prueba hacés lo mejor que podías hacer. Es más creativo y los ejercicios también son muy diferentes a los del Colegio. En las materias tenés que repetir, memorizar y seguir la estrategia que te dio el profesor. En olimpiadas no hay manera, una solución oficial ni correcta. Valoran cómo lo pensaste quién llega a resolverlo de la mejor manera. Y también demuestra que algunos problemas difíciles se pueden resolver con herramientas bastante simples. En matemáticas, por ejemplo, la mayoría de las cosas la saben todos y no hay que conocer muchos teoremas. Lo central es la manera en que juntás los conocimientos de pequeñas cosas simples para llegar a lo complejo. Podés resolver problemas que ni te imaginabas hacer con las herramientas que ya tenías. En lo personal, las olimpiadas me enseñaron que si te va mal no importa. Seguí entrenando que te va a ir mejor el año que viene. Es una competencia con vos mismo que te enseña cómo podés mejorar”.
Lourdes asiente y agrega: “A mí me ayudó a descansar un poco. Desde el curso de ingreso estamos compitiendo contra otros, sabiendo que entramos solo los primeros puntajes. Y a partir de la olimpiada siento que se puede crear una comunidad aunque estés en competencia. Como dijo Marcos, ponerme feliz si gana alguien que me cae bien, lidiar con el individualismo y la competencia mal entendida que había desarrollado en el Colegio. Ahora lo veo como un espacio donde compartimos ideas. Además, otra cosa que me gusta mucho es interactuar con gente a la que le gusta lo mismo que a mí, de la misma manera y con la misma intensidad. En cuanto a la olimpiada de Filosofía, tampoco se parece a la cursada de la materia. Hay cosas que se ven muy intimidantes hasta que las hacés. Que desde el Colegio me den las herramientas me hizo ver que escribir un ensayo y subirlo a una olimpiada no era tan difícil como creía”.
Para Marcelo, lo que cambió fue la forma de estudiar. “Antes estudiaba lo suficiente para aprobar y que me vaya bien. Cuando tuve que sentarme durante el verano para los selectivos, fue toda una prueba. Ponerme frente a un libro de más de mil páginas cuando nunca fui una persona de leer mucho, hacer resúmenes, resaltar, tratar de entender. En el secundario uno estudia y capaz no termina de entender pero alcanza con tenerlo en la memoria para el examen. La olimpiada te despierta otra cosa, que es la curiosidad. Es hacer algo porque vos lo elegiste. Y en mi caso lo hago porque descubrí que me gusta mucho la biología”.
Marcos refuerza lo dicho por sus compañeros. “Coincido en que se prioriza el conocimiento obtenido por curiosidad que por la obligación de tenerlo. Y los docentes te lo transmiten también. Cuando entregué mi prueba, la persona que estaba a cargo del examen me dijo ´parece que con vos vamos a tener que corregir mucho´, porque yo había escrito bastante. Pero lo decía con tal sonrisa que era claro que no le molestaba corregir algo largo, todo lo contrario, e insisto que era un día que Argentina jugaba su clasificación a los cuartos de mundial. Encontrarte con ese mundo nuevo te abre la cabeza, te ayuda en un montón de caminos, te aporta metodología de estudio y personal para que sobrelleves lo que venga de la mejor manera posible”, asegura Marcos, y da el pie para que Constantine termine por cerrar la idea: “Por eso mismo, en una olimpiada no te puede ir mal, porque lo que te quedan son las ganas de superarte”.
Estudiantes de sexto año que compartieron intensas jornadas de preparación para olimpíadas nacionales e internacionales de diversas disciplinas.
La clase inspiradora
Como coordinador del Club Olímpico, para Manuel es fundamental conocer la percepción de los estudiantes sobre las olimpiadas, y adelanta que tienen en agenda realizar una consulta general para conocer su opinión. “Estamos convencidos de que participar en olimpiadas genera las condiciones para que aumente la avidez por el conocimiento y creemos que, en parte, esto se debe a que las fronteras de lo que hay que comprender se expanden, tanto de forma cuantitativa como cualitativa. Otro componente distintivo está en el hecho de que la evaluación sea externa. Como dichas evaluaciones las realizan profesores de distintas universidades nacionales, hay una motivación extra que es la de poner a prueba el entrenamiento. La evaluación es parte del proceso y su resultado un insumo valioso para poder darle feedback a nuestros estudiantes. Por otra parte, tenemos en todos los Departamentos un plantel docente destacadísimo que lleva a cabo la preparación de las y los estudiantes, muchas veces dedicando tiempo extra y relegando cuestiones personales cuando, por ejemplo, los acompañan en los viajes. Parte de la magia del proceso de entrenamiento se da no tanto por lo que se enseña sino por la forma. Compartiendo charlas en los intervalos, en los viajes de micro, dando el ejemplo, y sobre todo enseñando a competir. Y eso también implica saber acompañar en momentos en donde los desempeños no son lo que se esperaba o entender que solemos competir con mucha ventaja cuando se logran medallas (por vivir en un gran centro urbano, contar con buenos profesores, laboratorios altamente equipados, familias profesionales, etc.). Además, es muy enriquecedor ver esos ojos brillantes cuando comprenden de manera profunda cosas que antes ni siquiera sabían que eran capaces de conocer. Eso los empodera como estudiantes y a nosotros como profes. Parte de nuestra misión como Club Olímpico es poner en valor todo ese trabajo docente que se viene realizando desde hace mucho tiempo y de manera sostenida”.
El vínculo estudiante-docente se vuelve presente una y otra vez en la charla. Para estos cuatro estudiantes, el gusto por una materia en particular y por el saber en general sólo tienen condiciones de existir cuando un profesor transmite sentimiento, antes que conocimiento.
“Un buen profesor es el que te provoca amor por la materia. En mi caso, la verdad, la materia Filosofía no me interesa tanto más que las otras. Pero el profesor se nota que tiene pasión por eso y por él me metí en las olimpiadas”, asegura Lourdes, y Marcelo adhiere: “que transmita lo que sabe con una pasión que le llega al estudiante. Eso me pasó con mi profesor de Biología de 4to. Explicaba la evolución y los invertebrados de una manera que llamó mi atención. No creo que el tema me hubiera llamado la atención si no fuera por él”.
Para Marcos, es inspirador “cuando un profesor que ves como referente te ayuda a hacer el proceso, y las personas del comité evaluador te corrigen los exámenes diciéndote que está bien, que podés mejorar, y te felicitan al darte la devolución. Un buen profesor es el que te transmite lo que él mismo es para q vos entiendas como te gustaría, en parte, ser”. “También hay profesores –suma Lourdes- que hacen que su materia se vea más como un trabajo, algo forzoso o demasiado exigente. Y no tiene que ver con la exigencia como algo malo. Lo negativo es cuando la manera en que enseñás transmite una imposición, una ley a seguir. Teniendo en cuenta que somos adolescentes, esa actitud genera una rebeldía. Si le haces sentir al otro que está obligado a hacer algo para aprobar la materia, seguro que esa persona por dentro va a decir: ‘no lo hago y voy a aprobar tu materia igual’”.
“La exigencia es equilibrio – agrega Marcos-. Cuando hay demasiada, estudiar se vuelve un deber. Si hay poca, sentís que no hay nada nuevo para aprender. Pero cuando detectás el gusto en el profesor, te dan ganas de lo mismo. “Siempre sostuve –afirma Constantine- que mi interés por una materia no lo define la materia en sí sino el profesor que la da. Y no solo depende que me guste, también que la disfrute y hasta quiera seguir estudiándola después”.
Hay equipo y está abierto
Parte de la hermosa comunidad del Club Olímpico del CNBA compartiendo experiencias e intereses.
La convocatoria a integrar el Club Olímpico está abierta a todos los y las estudiantes y las ganas pueden nacer de formas muy variadas. Un poco por competencia con su hermano mayor, como en el caso de Constantine; o por contagio, como pasó con los amigos de Marcelo que primero se sorprendieron de que él estuviera ahí y después se sumaron al desafío; por necesidad personal, para Lourdes, que encontró el incentivo que necesitaba para terminar un ensayo sobre tecnología y depresión que tenía en mente hacía mucho tiempo; o simplemente porque no podría haber lugar mejor para canalizar el entusiasmo, según Marcos. Como crítica a estas competencias académicas, mencionan algunas: “cuando en las intercolegiales de Geo te toman evalúan con un múltiple choice”(Marcos); “que tengan más difusión porque me hubiera encantado participar desde más chica” (Lourdes); “tardan mucho en corregir las pruebas en las primeras instancias, y no te dicen cuándo van a estar las notas, es algo pequeño pero en esos días te define la vida” (Constantine). “Que cambien tanto las fechas de las nacionales porque los de 5to. tenemos el viaje de egresados y los de 4to. el viaje a Tilcara, y al ser una olimpiada de equipo, si te falta un integrante es muy problemático (Marcelo). Sin embargo, estos descargos no cambian su certeza de que participar de las olimpiadas les resulta una experiencia muy gratificante. “estas olimpiadas -dice Marcelo- definieron la carrera que voy a seguir. Y ahora estoy seguro de que voy a estudiar algo que me va a hacer feliz”. “Cuando me dedique a esto, como profesor o investigador, quiero motivar y transmitir esta filosofía de enseñanza”, se convence Marcos. “Ahora que estoy en quinto año puedo decir que las olimpiadas marcaron mi carrera de la secundaria, cómo la pasé, la viví bien. Fueron una faceta muy importante”, afirma, sonriente, Constantine. “Cambió mi percepción del Colegio, encontré un lugar de pertenencia”, concluye Lourdes.
Una de las tantas medallas que han obtenido nuestros estudiantes en el 2023. En este caso, de la Olimpíada Argentina de Química, organizada por la Facultad de Exactas de la UBA.
Días posteriores a esta charla, pasaron cosas. Constantine ganó una Medalla de Plata en la Olimpíada Iberoamericana de Física organizada por Costa Rica, Marcelo clasificó para el examen nacional de la Olimpíada Argentina de Química y está preparando las valijas para ir a Córdoba, Marcos participó en la jurisdiccional de Geografía, y Lourdes trabaja en un nuevo ensayo filosófico. Trofeo más, trofeo menos, ella y ellos ya ganaron.