Publicado en Rectoría, el lunes 14 de diciembre de 2020

En Madrid,  3 de noviembre de 2020.

No es un año perdido

“Apresúrate, pues, (...) a vivir, y ten cada día por toda una vida. Quien se halle con el ánimo dispuesto de esta suerte, quien cada día viva toda su vida, se sentirá seguro...”

Séneca, Cartas a Lucilio

 

            La vuelta al sol se completará dentro de poco. Antes de ella concluirá, también, un ciclo lectivo sobremanera inusual. Y, con él, su quinto año. Un año que – en todo el globo – ha estado marcado por la incertidumbre, la distancia, el temor e incluso la desesperanza. Este año, durante los encierros y confinamientos que todos hemos transcurrido, en distintos lugares y contextos, nos hemos encontrado frente a frente con nuestros seres interiores. Hemos sufrido y hemos caído en el abismo de la tristeza, pero también hemos recuperado las esperanzas y hemos visto el camino allanarse delante nuestro. Probablemente hayan sido arduos los horarios, las rutinas autoimpuestas, la adaptación a un uso más frecuente e intensivo de la tecnología en el Colegio. Probablemente haya sido duro aceptar un tiempo con una vida social muy restringida.

Y, entretanto, sobre una lejana calle Bolívar inusitadamente tranquila, sin el trajín habitual de los viandantes porteños, los pasillos marmóreos de aquel bellísimo edificio, su tejado de pizarra, sus bustos, sus escaleras y escalinatas, sus amplísimos ventanales y sus pupitres de madera, sus aulas, sus oficinas, sus dependencias, han quedado prácticamente desiertas...

Pero hay que recordar que este año es un punto junto a un millón de puntos. Y que la vida es aquello que hacemos con las cartas que nos barajan. Yo soy yo y mis circunstancias, decía Ortega y Gasset. Y creo que es oportuno y muy importante recordarlo. No consideremos este año como una cruz en el calendario, como un sinsentido destinado al olvido, como si fuera nada... Porque nos ha tocado transitar esto, nos ha tocado “el año de la pandemia”. Es parte de nuestra vida y lo será de nuestra memoria y de nuestro recuerdo. Frente a una situación inesperada que ha determinado que este quinto año haya sido tan distinto a lo que resulta tradicional en el Colegio, hay que intentar sonreír. Sí, la vida social se ha visto muy limitada, se han perdido momentos ansiados por el estudiante en su recorrido por esta institución, pero también se han generado nuevas formas de relacionarse; se ha tenido un tiempo extraordinario para dedicar a la cultura, al cine, a la literatura; se ha tenido la posibilidad de reflexionar sobre uno mismo y sobre la vida. Cada segundo que pasa es experiencia, es parte de nuestra cuota de tiempo en este mundo, de nuestra finita temporalidad. Por eso creo que hay que afirmar la más antigua ilusión humana: pretender ser dueños y señores del reloj de arena y no permitir que él nos controle a nosotros.

No se trata de tapar el sol con las manos, de creer que las cosas han sido buenas o mejores. No es cuestión de crear ficciones. Por el contrario, se trata de resaltar que, frente a la adversidad, la respuesta debe ser una reafirmación de la vida y no el derrotismo. Ahogarse en vasos de agua es inútil. El mensaje es de ánimo, porque queda mucho por experimentar, por sentir, por pensar, por aprender, por vivir. Lo que hoy no se ha dado, mañana será recompensado. Por eso, en un contexto desafiante y muy complejo, espero que puedan disfrutar la felicidad de concluir este camino tan significativo que es el Colegio. Y que sepan que uno nunca termina de “salir” de él, que será parte íntegra suya hoy y siempre. Intenten que cada día de este año cuente y verán cómo, pronto, todo será sueño.

Mucho ánimo, enormes felicitaciones y un gran abrazo.

 

Francisco Romero Brenlla

Egresado CNBA 2019. Abanderado CNBA 2019-2020

Estudiante de Derecho en la Universidad Autónoma de Madrid (UAM).