Publicado en Colegio, el miércoles 10 de septiembre de 2025

Este miércoles celebramos en el Claustro Central el acto conmemorativo por el Día del Maestro, con la participación de autoridades del Colegio, docentes y estudiantes.

Durante la ceremonia, portaron la Bandera Nacional la alumna Bianca de Carli, acompañada por la primera escolta, Malena Agustina Orgueira Colucci. La Bandera de la Universidad de Buenos Aires fue llevada por Sebastián Andrés Saavedra Marín, junto al primer escolta, Matías Zlatkes, y la segunda escolta, Sofía Habu.

El acto comenzó con un discurso de la alumna Lola Brienza, de 5º 3º, de su propia autoría, que compartimos a continuación.

Muy buenos días a todos:

El día de hoy nos encontramos para celebrar el día del maestro conmemorando el fallecimiento de Domingo Faustino Sarmiento, quien, durante su presidencia, impulsó y estimuló la educación pública, fundando así más de 800 escuelas en todo el país.

Cuando se me pidió que preparara unas palabras para este acto, lo primero que pensé fue: “¿qué puedo decir yo sobre el Día del Maestro?” Y sobre todo “¿Qué puedo decir yo de Sarmiento?”. No sabía bien cómo comenzar, así que decidí buscar un poco de información sobre el conocido “padre del aula”, quien con su trabajo y sus ideas, comprendió que no había Nación posible sin educación, y que el futuro se empezaba a escribir justamente en las escuelas.

Entre sus muchas reflexiones, hay una que me gustaría destacar: “hombre, pueblo, Nación, Estado, todo está en los humildes bancos de la escuela”. Esa frase, que parece escrita hace tanto tiempo, sigue siendo totalmente vigente. Porque en esos bancos no solo tomamos conocimientos educativos: aprendemos a ser ciudadanos, a convivir, a construir y a manejarnos juntos en el futuro. Y eso lo logramos gracias a nuestros maestros.

A lo largo de mi camino escolar, he conocido docentes que marcaron profundamente mi recorrido por el colegio. Docentes exigentes, pero al mismo tiempo comprometidos. Esos que no se limitan a dar dos hora cátedra por semana, sino que buscan que realmente aprendamos. Porque ellos saben que su tarea no es solo enseñarnos historia, geografía o matemática, sino también ayudarnos a crecer para la vida adulta: para nuestro futuro en el trabajo, en la sociedad, en la manera en que construiremos nuestro carácter y nuestros valores. Los docentes nos van formando en todas esas características del mundo real que no aparecen escritas en los libros, pero que resultan también esenciales para poder vivir en comunidad.

Creo que todos podemos reconocer, sobre todo aquellos que estamos por egresar, que hubo docentes que nos cambiaron. Que nos motivaron, que nos desafiaron, y que nos acompañaron en nuestro crecimiento. En mi caso, puedo decir que algunos de ellos en mis primeros años de secundario (como mí profesora de castellano en el primer año) incluso me hicieron replantear mis propia vocación porque les tenía una gran admiración.

Pero también me parece necesario reconocer algo: en la actualidad, a los docentes se los valora poco, mucho menos de lo que debería. Se subestima su trabajo y su labor o también se da por sentado el mismo, y no hablo solamente de si se les paga mal, sino también de un reconocimiento social menor al que merecen realmente. Y, sin embargo, son ellos quienes constituyen el verdadero pilar de la sociedad. Porque todos, absolutamente todos, pasamos por las manos de un maestro. Ellos son la base sobre la que se forman los ciudadanos, no solo para aprobar un examen, sino para construir el futuro de un país. Resulta injusto que quienes sostienen esa responsabilidad tan grande sean justamente los que reciben menos reconocimiento.

Por eso, hoy quiero agradecer a los docentes. A quienes día a día se esfuerzan no solo en transmitir conocimientos, sino en formar personas, a nosotros. A quienes nos enseñan con paciencia, con vocación y con pasión, aun en un contexto que muchas veces no les es favorable. Gracias por este acompañamiento y por la dedicación, por el interés y por el amor con el que trabajan.

Con estas palabras, quiero dar inicio a este acto en honor al Día del Maestro. A todos los docentes que nos guían, nos acompañan y nos transforman: muchísimas gracias, y feliz día.

Estuvieron presentes el Subsecretario de Gestión de Programas Educativos, Mariano Ignacio Echenique; el Vicerrector del turno mañana, Gustavo Romero; la Directora de Biblioteca, Adriana Carreira, y los docentes Melisa Fernández Santa Cruz, Gabriela Nonis, Verónica Pernbaum, Emilce Haleblian, Horacio Busto, Mariano Mainetti y Claudia Lanzani. Además, Enrique Rico, de la Asociación Cooperadora Amadeo Jacques y Jorge Capurro, presidente de la Asociación de Exalumnos.

La Rectora, Lic. Valeria Bergman, pronunció las siguientes palabras, a todos los presentes:


Bienvenidos y bienvenidas. Hoy celebramos el Día del Maestro, junto con otras fechas como el Día del Profesor, del Preceptor y el Día de los Estudiantes. Todas fechas que honran lo que tanto amamos: la enseñanza, la educación. Por eso hoy quiero reflexionar junto a ustedes sobre ese maravilloso universo que llamamos EDUCACIÓN. EDUCACIÓN en su dimensión de “ESPACIO” que cohabitamos diariamente, y que puede ser un aula, un laboratorio científico, o este “improvisado salón de actos”. En este espacio aprendemos a mirarnos unos con otros, escucharnos, comprendernos, ayudarnos. Aprendemos a vivir en comunidad.

EDUCACIÓN como “VÍNCULO”, porque a lo largo del proceso de enseñanza, docentes y estudiantes nos conocemos, nos queremos, vivenciamos un ida y vuelta capaz de potenciar las propias capacidades. Y donde el esfuerzo y el compromiso de uno, maravillosamente se reflejan y se redoblan en el otro. EDUCACIÓN como “OPORTUNIDAD”: de equiparar inequidades, de enseñarnos a sentirnos capaces y de proyectar horizontes sin otro límite que el de animarnos.

Y también me gusta pensar en la EDUCACIÓN como “INSPIRACIÓN”, porque no hay nada más hermoso que descubrir una vocación, aprender algo que nos cambió para siempre, sentir curiosidad, construir nuestras propias ideas y trabajar por ellas.
Este es el valioso universo que compartimos y que, gracias a personalidades como la de Domingo Faustino Sarmiento, son parte de nuestra identidad como sociedad. La educación pública, no arancelada, laica y de excelencia, son emblemas de la Argentina desde los orígenes de la nación. Es el proyecto que soñaron nuestros “padres del aula y de la patria”, es la realidad que construimos nosotros cada día en este Colegio, y es el futuro más justo para las generaciones venideras.

Es con educación que se construye la libertad, la justicia, la solidaridad y la grandeza de un pueblo.

¡Feliz día maestros, profesores, preceptores y estudiantes!

 

 

 El coro brindó una interpretación musical. Al finalizar el acto, los docentes compartieron un desayuno en la Sala de Profesores.